La misma cara de la luna…

Todavía recuerdo esa gran pelota amarilla asomarse por el horizonte, preparada para pintarse de rojo mientras se zezgaba por entre la sombra de la tierra ¿Recuerdas ese día en la azotea de tu casa? Ví la foto que me obligaste a tomar en contra de mi pánico a las alturas. Recordé que en esos años yo era diferente, cargaba con un corazón íntegro; tenía una visión muy diferente de la vida, soñante. Luego, cuando te fuiste… me fuí yo mismo de mí, morí por dentro y solo me dediqué a respirar y contemplar mis pedazos regados. Y es que nadando en fotos viejas, veo esa luna amarilla, y veo que sigue intacta aún al salir de esa sombra… es esa misma luna y yo aquí… irreconocible, parece que no soy el mismo yo. Y luego, luego otro amor… y esa misma luna. Hice lo que había jurado no hacer. Y es que ella pidió entenderme… entonces quise compartir con ella algo de mí: le rompí el corazón, quería verla hecha pedazos para rehacerla y disfrutar su armado. Pero ella no eres tú, confesaré que el hacerlo no fué agradable… la quiero y la extraño completa, pero armarla ahora no es mi decisión.

Sigo viendo la foto, definitivamente es la misma luna…

Nunca te dí las gracias. Morí por dentro, sí… pero es la misma luna, y yo… completamente agradecido… yo no soy el mismo yo.

Ella tendrá la oportunidad de reinventarse… esperaré sus gracias graffiteadas en la luna.

Zona de Relajación – Frases Matonas (O sea, chidas)

Estos días llenos de lluvias ricas por la tarde, ensayos de Volley Boll, así cómo lecturas en la mesa de la cocina me llevan a sentirme que estamos en medio de un proceso, un proceso inagotable llamado cambio. Para estos momentos, me alenta mucho leer frases cortas que dicen mucho:

«Vienes o voy»
«Somos Gente Pasando»
«Hoy es día de besarte»
«Todo principia en tus Labios»
Y la que decora mi carro desde hace más o menos una semana: «Anoche soñé que me lavaban»

Todas estas de Acción Poética.
(escuchando Coming Back to Life – Pink Floyd)

La forma más cálida de llenar con luz mi Hogar.

Increíble cómo todo mi hogar se podía iluminar con una sola pantalla de computadora, la luz exterior proveía de la mejor iluminación indirecta posible. Lo suficiente para que las almas se desnudaran sin mostrar sus desnudos cuerpos.

Los aromas dirigian el sentido de nuestros actos, y sí… sólo la pantalla de la computadora bastaba para llenar toda la casa.

Ahora mi casa se ve reflejada en una pantalla de computadora y la luz indirecta no proviene de la luz exterior, pero sigo creyendo que las almas se pueden desnudar sin siquiera soltar a la desnudez una palabra, tanto refleja mi más fino verbo cómo el incansable titilar de un cursor ínmovil.